Más vale recetar pescado que curar.
La mayoría de las personas, estén sanas o padezcan enfermedades cardiovasculares (ECV), podrían beneficiarse de comer pescado azul, concluyeron los ponentes del encuentro EuroPRevent 2012. Aunque el pescado azul ofrece indudablemente el abordaje óptimo para aumentar la ingesta de omega-3, tanto en la prevención primaria como en la secundaria, los suplementos desempeñan un papel principal en el aumento de la ingesta de omega-3 en personas a las que no les gusta el pescado. El congreso EuroPRevent 2012, celebrado entre el 3 y el 5 de mayo de 2012 en Dublín, Irlanda, ha sido organizado por la European Association for Cardiovascular Prevention and Rehabilitation (EACPR) (Sociedad Europea para la Prevención y Rehabilitación Cardiovasculares), una subdivisión oficial registrada de la European Society of Cardiology (ESC) (Sociedad Europea de Cardiología).
“Los ácidos grasos omega-3 son muy importantes para la salud, ya sea con relación a las ECV, el cerebro, o la salud del sistema inmunitario. Los profesionales sanitarios desempeñan un papel fundamental a la hora de educar al público en los efectos beneficiosos que tiene el incluir pescado en la dieta", afirmó Philip Calder, un bioquímico metabólico y nutricionista de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido.
Comer pescado azul podría mostrar ser más beneficioso que tomar cápsulas con omega-3. “Esto se debe a que el pescado contiene toda clase de otros nutrientes como vitamina D, selenio y yodo, que pueden también resultar beneficiosos frente a las enfermedades cardiovasculares. Y tampoco tenemos pruebas definitivas de que los beneficios de comer pescado se deban concretamente al omega-3,” apuntó Daan Kromhout, de la Wageningen University, en Países Bajos. “Recordemos que el pescado no supone la panacea total contra las enfermedades cardiovasculares. Además de comer pescado de manera regular, se debe llevar una dieta saludable, no fumar, y desempeñar actividades físicas.”
Los ácidos grasos omega-3 son una familia de ácidos grasos poliinsaturados presentes en la naturaleza, y cuya nomenclatura se debe a la posición de los dobles enlaces en la cadena hidrocarbonada. Como los mamíferos no poseen enzimas que inserten el doble enlace en la posición omega-6 u omega-3, deben obtener estos ácidos grasos a través de la dieta. El EPA y el DHA se introducen en la cadena alimentaria a través del fitoplancton marino y de ahí acaban pasando al pescado.
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